sábado, 19 de julio de 2008

LAS GENTES DESESPERADAS Y EL MAR

Articulo recibido de: Celestino González Herreros

Cuantas veces, fue remanso ilusionado de los valientes que ayer emigraron, quienes nunca a su terruño olvidaron. Periplo obligado del expatriado.

Viendo un programa televisado, aquí, en Tenerife, al cual estaba invitado a participar y no pude asistir por razones obvias, ajenas a mi voluntad, viví momentos de perplejidad y de verdadera pena; también de congratulación, por cosas ciertas y hermosas que oí, y por la forma y modo que algunos participantes enfocaron el tema que se debatía: << ¿Cree Ud., que los emigrantes retornados son bien atendidos cuando regresan a su lugar de origen? >> Quiénes hayan visto el mencionado programa ya habrán sacado sus propias conclusiones. Resultó muy corto el espacio televisivo disponible, cuando estaba en su momento álgido, cuando los conceptos y sugerencias estaban aclarándose, se acabó el tiempo preestablecido. Debo añadir que estuvo muy bien coordinado - lo cortés no quita lo valiente - Y los invitados, excepcionales, sin desmerecer a ninguno, en modales y respeto mutuo y a la audiencia. La temática del mismo giró en torno a la figura del emigrante canario, del que consigue retornar por su cuenta y riesgo, con la ilusión indescriptible de abrazar a los suyos y acariciar las cosas y lugares que habían quedado atrás hace muchos años. Sin pensar que el tiempo, también, por estos lugares ha pasado y que las gentes ya no son, ni están, aquellos que un día inolvidable, ya lejano, nos dieron la triste despedida en el muelle... Los pueblos de entonces, eran lugares y aldeas empobrecidas en esa época de escasez, y los campos sin luz ni agua ni caminos aconsejables, sólo para bestias. Soledad colectiva que fue anulando al campesino que sólo pensaba en emigrar hacia Venezuela, único país que abrió sus puertas, para poder ayudar a sus familias. Hombres y mujeres de distintas condiciones sociales, obsesionados con la misma idea, los que fueron sumándose al éxodo migratorio. Y así comienza la difícil experiencia de tener que abandonarlo todo, sin más. Esa gente, valientes aventureros y desesperados conciudadanos nuestros, salieron de la forma que pudieron, según las posibilidades económicas de cada cual, etc. Algunos empeñando todos sus enseres y sacrificando a las familias, que, iban a esperar la ayuda tan necesaria, la cual, de alguna manera, amainaría el amargo problema de la pobreza existente. Como todos sabemos, muchos murieron sin ver realizados sus sueños, porque nunca les fue fácil conseguirlo.
Otros, en cambio, si, salieron adelante. Los que fueron reclamados por sus familiares más directos y ayudados desde que llegaron; hasta por los amigos, que nunca les negaron, si estaba en sus posibilidades, esa ayuda tan necesaria... Las gentes, desesperadas, a través del mar vieron abiertas las puertas de la esperanza. El mar fue entonces, para los canarios, el único nexo que nos llevaría a Venezuela, anteriormente, también a Cuba, aunque en ello muchos sucumbieron, sin lograr sus buenos propósitos, empero llegaron muchos y hallaron en ese país lo que buscaban y habían soñado.

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