sábado, 19 de julio de 2008

BRUNO ABREU RODRÍGUEZ, ZAPATERO Y MÚSICO

Artículo recibido de: Bruno Juan Álvarez Abreu

Perfil y semblanza de un personaje sencillo, Bruno Abreu Rodríguez (mi abuelo). Su padre Domingo Abreu era zapatero. Fue su único instructor en la lectura y en la escritura, falleció el cuatro de Marzo de 1914 a los ochenta y cincos años de edad. Eran tiempos de escasee, la indigencia hacía su presencia en las familias y las escuelas eran las grandes desertoras. Los chavales se integraban en el oficio, mi abuelo escogió el clásico zapatero.
Mi abuelo emprendió el oficio, integrándose definitivamente en el grado inmediato superior, donde se encuentra "El zapatero de Viejo" o "Zapatero Remendón", el cual, aunque no se dedique a hacer más que composición necesita tener conocimiento completo del cosido y montura del calzado. Esta clase de artesanía en la que el zapatero se dedica exclusivamente a unión de tacones y suelas desclavadas en el calzado en que aquellos elementos se encuentran sujetos con clavos; colocación de revirones en la punta o costado de la suela; allanar los tacones torcidos o desgastados con sus correspondientes pulido, poner pesas por fueras o por dentro cosidas, o invisibles pegadas; poner punteras cosidas a mano; cambiar el chanclo cuando la rotura no puede remediarse con piezas; y por ultimo colocación de media suelas, que, con arreglo de tacones, es la operación que con más frecuencia se ejecuta en la zapatería tradicional.
Bruno Abreu Rodríguez nació en La Orotava el 6 de Octubre del año 1881 en la calle de Salazar, cerca de San Francisco, calle abierta por aquella época muy tranquila y laboriosa, en aquel vivir apacible, acogedor y de costumbres que contagiaron el entusiasmo y el dinamismo de un músico-zapatero con prominente instrucción. Contrajo matrimonio el veinte y siete de Noviembre de 1905 con Cecilia González Cejas (mi abuela) apadrinándoles Isidoro Díaz y Remedios González, de su matrimonio tuvo siete hijos y seis nietos. Empezó a trabajar con su maestro Isidoro Díaz, posteriormente continúa con don Manuel Quijada "El Chasnero", independizándose a su taller calle Las Estopas, y acabar en el callejón de Los Cuartos(hoy calle de Sargentos Provisionales), coadyuvándole en el bregar de los calzados el perdomero Domingo y el orotavense Antonillo fallecido en Venezuela. Su taller era un ámbito tertuliano de chaveas de la villa de entonces que pasaban horas de ocio oyéndole, preguntándoles, y así aplicar más sensatez a la sabiduría. Su comprensibilidad en la lectura añadidos a los conocimientos de la historia y de literatura, eran evidente para el aprendizaje de todos aquellos que le visitaban en su taller. El político Don Ramón Gil Roldán y Ríos, el abogado Don Francisco Betancourt, el inolvidable ex-alcalde y erudito de La Villa Don Agustín Hernández y Hernández, -de este conservo un libro de la Unión General de Trabajadores del año 1932 que le dedicó a mi abuelo-, y el agricultor Don Tomas Reyes, fueron contertulios asiduos de la zapatería. La prosa y los versos de Crosita.
Fue presidente fundador del centro instructivo obrero de la villa, tal como se demuestra en el documento siguiente: Estas acciones ponen de manifiesto el alto grado de conciencia de clase alcanzado por los trabajadores del Valle, lo que permite consoli­dar su capacidad organizativa y dar consistencia a sus posiciones ideológicas que, claramente ya, se enmarcan en la doctrina socialista, convirtiéndose la comarca en el principal bastión de este partido en la Isla. Muestra de este fortalecimiento es la manifestación del 1 o de Mayo de 1921 - la primera de la que tenemos constancia en la Villa-, que partió desde la Calle Castaño y, tras recorrer las principales vías del casco, desembocó en la Plaza del Ayuntamiento, donde se celebró un mitin, para luego continuar hacia el Puerto de la Cruz y unirse con la organi­zada en esta localidad. El manifiesto, firmado por Bruno Abreu, Presi­dente del Centro Instructivo Obrero, refleja ese avance ideológico de la organización: "Este año, como justa expresión de dolor intenso que experimentamos ante los atropellos de que han sido objeto innumerables camaradas, cuya sangre dada en holocausto del ideal de emancipación, nos exige la protesta viva y consciente de todos los hermanos del Trabajo.
El recuerdo de los mártires de Chicago, en memoria de los cuales mañana todos los trabajado­res nos solidarizamos, hagámoslo extensivo a tantos otros des­heredados de la fortuna víctimas del egoísmo capitalista “…//… La música, la banda municipal de La Orotava y los celebres concursos de bandas en el ruedo taurino de estilo mudéjar de Santa Cruz de Tenerife eran su verdadera predilección. Desde chico se integró en el arte musical con el maestro y compositor Don Agrícola García, perteneció a Los Cafres y a Los Belmontinos dos agrupaciones musicales villeras del fin del siglo pasado, posteriormente pasa a la Filarmónica del Liceo Taoro, finalizando en la Municipal de La Orotava con el inolvidable maestro Don Tomás Calamita y Manteca.

El Trombón y el bombardino fueron sus instrumentos preferidos, instrumentos que dominó a la perfección con talante paisajístico, perteneciendo a diversas orquestas de cámaras para acompañar a empresas líricas que visitaban la Villa, así como a orquestas de bailes. Según testimonio de Benjamín González Pérez: Bruno Abreu y sus entrañables amigos; Victoriano Ríal y Jesús Padrón, formaban el equipo más conjuntado con que contaba la banda de música, lo mismo para una "ronda" o "pericón" que para ejecutar a primera vista, aunque no fuera ante el atril con papel pautado. Coincidiendo con la primera guerra mundial, transmigra a Icod de los Vinos, en la ciudad del ínclito Drago arcaico trabaja en la calle de San Agustín en la zapatería de maestro Domínguez, formó parte de la Banda Municipal de Icod bajo la celebre batuta del compositor, autor de "Aires de Terruño" Don Miguel Castillo, fijó su residencia en el barrio de La Centinela, allí nació su hijo Enrique y murió su madre Lola, el seis de Febrero de 1919 a los ochenta y cuatro años de edad. Finalizada la primera contienda mundial regresa a su Orotava y eso que los icodenses pretendieron que se quedara ofreciéndole un menester en el Ayuntamiento. Ya en La Orotava se reincorpora a su Banda de Música, y se reencuentra con sus amigos. En una excursión a la Florida para pasar el día con sus amigos; Maximiliano Delgado (Febles), Esteban "El Cartero", Victoriano Real, Jesús Padrón, Pedro "El Platillero", Andrés el del Llano, Eugenio González y otros, al regreso después de tomarse unas copas de vino tinto - su bebida preferida - visitan la plaza de Franchi Alfaro, al grupo se le ocurre alojar los bancos al pilón central. Al día siguiente, de nuevo en el mismo lugar, comentan, que sinvergüenzas, aquellos que se le ocurren tirar los bancos a la pila. Hubo un refrán famoso en la Villa de Arriba que muchos lo interpretaron como argumento político, nunca fue una viveza, sucedió cuando el altercado con la Cruz de la Calle del Cantillo, a parecer se les desplomó a su compañero Jesús Padrón, en una noche después del ensayo con la Banda Municipal. A intentarla poner en su sitio. Una Señora desde la ventana de su casa recitó; "...Como es posible Jesús que siendo un gran barbero permitas a Bruno Abreu ayudarte a cargar la Cruz...”

Aquella famosa frase con que se aconseja que cada cual no juzgue sino de aquello que entienda "...Zapatero a tus zapatos...”, siempre fue patente, pero su ocio preferente era la lectura, los libros, en mi biblioteca conservo como único recuerdo suyo los episodios nacionales de Don Benito Pérez Galdó que adquirió a dos pesetas (en la librería Miranda). En la década de los cuarenta y cincuenta retirado de la música y del oficio seguía sus amigos de siempre en la plaza del kiosco al lado del carrito de Manolo, con frecuencia visitaba el cuarto de ensayo de la banda, estableciéndose careos evidentemente musicales con maestro Berenguer primero y con maestro Correa después, por no apuntar la música como creían que debía generarse. Bruno Abreu murió en casas de mis padres en Septiembre de 1961 a los 80 años de edad, recuerdo que fue un Jueves por la tarde coincidiendo con un concierto que la banda de la agrupación musical de La Orotava ejecutaba en el kiosco de la Alameda bajo la inolvidable batuta del maestro Don Emilio Bachiller.

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