Este año se cumplen el 250 aniversario de la Hermandad de la Esclavitud del Santísimo Cristo Atado a la Columna (1758 – 2008), de la que fue mayordomo el escultor Don Fernando Estévez del Sacramento. Un Cristo que fue donado a dicha parroquia por el canónigo de la Catedral de Las Palmas e hijo de la Villa don Leonardo Guerras, que encargo en Sevilla al taller de Pedro Roldan. Don José Lujan Pérez de Santa María de Guía, cundo vino a la Orotava a realizar una dolorosa por encargo de la familia Betancourt y Molina, dio carias vueltas alrededor de la imagen del Cristo, y al final gritó perfecta, perfecta…. El 19 de septiembre de 1758 un grupo de vecinos de La Orotava, encabezados por el teniente coronel Antonio de Franchi, unieron fe y devoción para crear una confraternidad y dar culto al Santísimo Cristo a La Columna, establecido en la primitiva ermita de San Juan, origen de la actual parroquia del mismo nombre, desde 1689. Difícilmente podrían imaginar aquellos devotos cristianos que su humilde hermandad, cuyos estatutos fueron aprobados por el obispo Valentín Morán y Estrada el 26 de mayo de 1759, contaría, dos siglos y medio después, con 800 hermanos de toda la isla, fundamentalmente del Valle y de la zona metropolitana.
Y como homenaje al aniversario de la hermandad, a la cual pertenezco, reproduzco la vida y la obra de este artista andaluz que de sus gubias y taller salió para Canaria - Tenerife y concretamente La Orotava.
Esta prodigiosa imagen llamada por el ex catedrático de la Complutense de

La partida de bautismo, publicada por primera vez por el andaluz Heliodoro Sancho pone de manifiesto que Pedro Roldán se bautizó en Sevilla, en la iglesia del Sagrario, el domingo 14 de Enero de 1624. Figura de padrino Pedro Borque (¿Bohórquez?). Años después su familia se trasladó a Orce, donde falleció su padre, Marcos Roldán, carpintero, en 1638. En ese año Pedro Roldán, que tenia 14 años, se trasladó a Granada para ingresar en el taller de Alonso de Mena. En esta ciudad se casó, como hemos dicho, en 1642 y aquí permaneció hasta 1647, a raíz del fallecimiento de su maestro, trasladándose definitivamente a Sevilla como maestro escultor. Tenía entonces 23 años y toda una vida por delante. El taller lo estableció principalmente en la plaza de Valderrama, en el barrio de San Marcos.
Con el paso de los años recibirla una amplia demanda de trabajo de parroquias, conventos, hermandades y catedrales, de las provincias de Sevilla, Cádiz, Córdoba, Jaén, Tenerife (La Orotava) e Hispanoamérica.
El catálogo de sus obras realizado en 1973 por Jorge Bernales, aunque se mantiene en lo fundamental, ha cambiado en algunas atribuciones y nuevas obras documentadas. Destacaremos entre las obras documentadas el retablo de Santa Ana, de Montilla (1652); los arcángeles San Miguel de Marchena y de la iglesia de San Vicente de Sevilla (1657); San José de la catedral de Sevilla (1664); los altorrelieves del retablo de la Piedad de la iglesia del Sagrario (1666); San Fernando, de la catedral de Sevilla (1671); las esculturas del Retablo Mayor del Hospital de la Caridad (1671-72); el grupo de Santa Ana con la Virgen, de la iglesia de Santa Cruz (1672); el Cristo de la Caridad, del citado Hospital (1672); los relieves y tallas de la catedral de Jaén (a partir de 1675); San Juan Evangelista de El Puerto de Santa María (1677); el retablo de Santiago Apóstol, de Carmona (h. 1680); el retablo de Villamartín (h. 1680); Cristo de la Expiración, de Écija (1680); la Inmaculada de Santa María de Gracia de Córdoba, a la que hay que retrasar la cronología hasta 1680; el Nazareno de la 0 (1685); el diseño de los santos patronos de Cádiz, San Germán y San Servando (catedral), ejecutados por su hija Luisa (1687); y San Pedro y San Fernando, sedentes, del Hospital de los Venerables (1698). De las nuevas obras documentadas, no citadas por Bernales, destacaremos el retablo de San Luis de Francia, del convento de San Francisco de Cádiz (1673-74) y el Cristo atado a la columna, de la iglesia de Santiago de Lucena (1675).
La imagen del Cristo de la Columna Iglesia Parroquial de Santiago A

Pedro Roldán Onieva fallece en Sevilla, en 1669, probablemente aún no había terminado el Cristo de San Juan Bautista de La Orotava, creemos que sin acabar los torsos del tórax tal como se observa en la actualidad, vino a Tenerife. En síntesis, Pedro Roldán Se formó en Granada con A. de Mena, y en 1646 abrió taller propio en Sevilla. Realizó la parte escultórica del retablo de la iglesia de Santa Ana de Montilla y el retablo de los Vizcaínos (iglesia del Sagrario, Sevilla), el retablo mayor (Entierro de Cristo) en el hospital de la Caridad sevillano y diversas esculturas para la fachada de la catedral de Jaén. A partir de este momento se aprecia en su obra un predominio del taller, salvo en el Cristo de la Expiración (iglesia de Santiago, Écija) y el Cristo del paso del Descendimiento (iglesia de la Magdalena, Sevilla). De formación naturalista, su escultura supo asimilar las novedades barrocas, con un estilo personal marcado por la contención, la elegancia y la libertad de formas.
Su hija Luisa, conocida por la Roldada, que posiblemente la que más trabajó con el Cristo de la Columna que se conserva en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de la Orotava. Nace en Sevilla en 1652, hija del escultor Pedro Roldán y bautizada con el nombre de Luisa Ignacia. Su padre, observando la inclinación hacia la escultura que manifestaba la niña desde pequeña, le enseñó a dibujar y modelar. Pedro Roldán organizó un amplio taller de escultura que gozó de gran renombre en Sevilla. Estaba relacionado con los mejores artistas de la época, como por ejemplo Juan Valdés Leal, y con las más acaudaladas familias y comunidades sevillanas.
Luisa, pese a la oposición familiar, se casó en 1671 con un aprendiz del taller de su padre, Luís Antonio de los Arcos, pero fue la actividad profesional de la mujer la que sostuvo económicamente a la familia.
Hacia 1686

Con la muerte de Carlos II y la llegada al poder de Felipe V, solicita al nuevo rey que le confirme en el cargo de escultora de cámara, hecho que ocurre en 1701. A partir de 1704 no se tiene más noticias de la escultora lo que podría indicar una enfermedad o incluso que hubiera muerto.
En el taller de su padre aprendió las técnicas del trabajo en madera, piedra y barro y el empleo de la pintura, el dorado y el estofado de las imágenes. Su periodo de madurez se caracteriza por una mejor expresividad de los rostros, gracia en las posturas y soltura en los ropajes, alcanzando su estilo en la etapa madrileña un barroco armonioso, expresivo, realista, narrativo y emocional. Inmersa en el ambiente contrarreformita español, su producción escultórica se centra en la temática religiosa representando temas de la Pasión de Cristo, de Jesús Niño, de la Vida de la Virgen, la Sagrada Familia y los Santos.
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