domingo, 8 de junio de 2008

EL ESCULTOR EZEQUIEL LEÓN DOMINGUEZ.

Artículo recibido de: Bruno Juan Álvarez Abreu
Ya lo publicamos en esta sección de Villeros ilustres, su trayectoria tanto profesional como personal, de este hombre que para todos está considerado el escultor e imaginero del siglo XX.
El pasado día 26 de mayo del 2008, dentro de los actos conmemorativos de las fiestas patronales de la Villa de la Orotava, se le tributó en la residencia de mayores en el Llano de San Sebastián un merecido homenaje a la figura de este hombre, recién nombrado hijo Ilustre de la isla de Tenerife por unanimidad de los grupos políticos del Cabildo de Tenerife, allí estaban; familiares, amigos, compañeros y autoridades entre ellos el presidente del Cabildo don Ricardo Melchior y el alcalde de La Orotava don Isaac Valencia Domínguez familiar suyo.
Su hijo Ezequiel León Cruz alfombrista y artista dijo unas palabras de agradecimiento a todos los presente en este flamante acto cultural: Quisiera compartir y expresar hoy a todos, amigos y familiares mi honda admiración a mi padre, Ezequiel de león.
Con estas líneas un tanto desordenadas pero escritas con la tinta de mi corazón, intentaré dar una pincelada y gratitud por el motivo que hoy nos une aquí a todos. Quisiera comenzar con una parte de una estrofa de un poema de Antonio Machado, que a mi juicio engloba su vida artística, este poema es seguramente muy conocido por todos. Dice así: Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Ezequiel de león nace en el año de 1926, y a la edad de cuatro años, ya comienza a jugar entre la yema de sus dedos, con diferentes materiales que consigue en el entorno familiar. Miga de pan, cera de velas, barro, etc… sin saberlo por su corta edad, se convierte en un caminante que tras los años, ahonda mas en su pasión, labrando un largo camino, que como buen ingeniero de la vida nos ha sabido bien señalar, dejando tras de si una estela de sabiduría, humildad y adoración hacia el arte, para los que retomamos su testigo.
Ezequiel tenía y tiene, tres grandes amores en su vida: Su fiel compañera en el duro camino de la vida, Evarista, mi madre. Los animales, perros y gatos que durante años dormían entre las gubias y cuerpos tallados en madera de cedro, como fieles compañeros en el silencio de la creación de una obra. Y por supuesto su gran amor a la escultura, donde su gran pasión era la de incrustar sus sabias manos en el barro, para dar vida a una idea, un motivo, simplemente crear.
Su inmensa trayectoria artística que comienza como ya hemos dicho con cuatro años de edad, la extendió con un largo y fructífero estudio en casi todos los campos de las artes hasta la avanzada edad de 79 años, lo que nos da a demostrar su amplia, extensa y fructífera producción de obras de arte, en sus 75 años de incansable labor.
No es de extraño, que no exista una capilla o una iglesia que no posea una obra suya, ya que si extensa fue su vida profesional, más basta fue su creación artística, con sus más de 150 obras de culto religioso, y también un indeterminado número de obra civil, y sin dejar de nombrar sus centenares de representaciones en formato pequeño de nuestro costumbrismo y acervo cultural.
Si hay una virtud para resaltar en la vida de Ezequiel de León, es su gran humildad. Fue y sigue siendo el amigo Ezequiel, amigo de todos. Un hombre que rara vez vestía traje y corbata, un hombre sencillo asequible a todo tipo de personas. Era enemigo de actos oficiales y protocolarios, y sin embargo en innumerables ocasiones, fue premiado, homenajeado y rendido en honores por sus logros dentro del mundo del arte.
Esta persona de estatura más bien baja y de aspecto campechano y noble, nos cautivó ya no solo con su trabajo; enciclopedia viva del arte sino también por sus profundos conocimientos en Geografía, Historia y otros campos. Por encima de todo vivía para su trabajo, simplemente se limitaba a crear, el dinero era secundario, lo que en algunos momentos le acarreó algunos problemas con los comitentes, ya que se aprovechaban de su bondad para engañarle y pagar muy por debajo del precio de la obra.
Como ya es de bien sabido, su fructífera producción se extiende por toda la geografía canaria, algunos puntos de la Península y su gran producción en el extranjero, Países como: Venezuela, Cuba, Argentina, Estados Unidos, El Vaticano, etc… Hoy nos encontramos aquí, como partícipes y representantes del pueblo de Tenerife que se rinde a los pies de nuestro escultor otorgándole el Título de Hijo Ilustre de la isla de Tenerife. Un Título que se que está entregado con el corazón. Un nombramiento que creo a mi juicio, ha sido ganado a pulso por su valía y aportación a la cultura canaria, siendo el más grande y único escultor de arte religioso del siglo XX en el Archipiélago Canario, y uno de los más grandes de España. Una persona que dio prácticamente su vida para enriquecernos con sus conocimientos y su arte, el cual quedará para deleite, estudio y aprendizaje de generaciones futuras.
Quisiera en nombre de mi padre, dar mi más sincero agradecimiento por este honor que hoy compartimos, al Cabildo Insular de Tenerife y muy especialmente en la persona de su presidente, Don Ricardo Melchior. También agradecer a aquellas personas que de una forma u otra han hecho posible que este reconocimiento se le conceda en vida. Permítame señor presidente extender mi agradecimiento a unas personas que hoy se encuentran entre nosotros y que son compañeros de la comisión Pro-Ezequiel, los cuales hemos trabajado durante algunos años para que la figura de Ezequiel de León esté donde debe estar, y sea reconocida y estudiada por todos los amantes del arte y pueblo de Tenerife en general, donde uno de nuestros retos es difundir la vida y obra denuestro más insigne escultor.
Reitero mi gratitud, porque se que mi padre hoy se encuentra feliz con este día grande, recogiendo el fruto de una vida llena plagada de éxitos. Señor presidente, señoras y señores, amigos todos. Muchas gracias.
Evidentemente lo he dicho en este mismo blog, don Ezequiel León Domínguez, Villero de Honor, Pétalo de Oro, Premio Artesanía y Patrimonio, todo un artista con las Bellas Artes fuese nominado Premio Canarias en dicha modalidad.
Luís Hernández Melo nos expresaba con todo su corazón desde la Perdoma antiguo Pago de Higa que don Ezequiel León Domínguez debió de ser el más firme candidato en vida, nacido en estos siete peñascos, para que se le concediera el Premio de Canarias en la modalidad de Bellas Artes. Todo lo tenía muy claro, este hombre considerado como el Escultor del siglo XX, que fortaleció el arte sacro como imaginero, a igual que lo fue el grancanario Lujan Pérez de Santa María de Guía y su discípulo el orotavense Fernando Estévez, merecía la fructífera recompensa del pueblo canario en general, reitero en vida.
Pienso que a don Ezequiel León Domínguez, no se le ha hecho justicia en el final de su vida por parte de los responsables de arte del archipiélago canario, se luchó a través de una comisión gestora, se trabajó a nivel de muchísimas instituciones, todas ellas respaldando la labor de este imaginero del siglo XX, pero su esfuerzo no produjo el fruto deseado al final. Con esto no queremos quitarle merito al ganador de la ultima edición que por todo es merecedor de la citada compensación por su trayectoria artística, pero si bajamos a la retaguardia, debió de ser compartido por don Ezequiel el hombre que ha enriquecido la Semana Santa en estos peldaños de terruño y sobre todo en la Laguna ciudad Patrimonio de la Humanidad después de la quema de la iglesia de San Agustín.
Hay noches de duelo en su habitación, días de verano y tardes o noches frías de inviernos en la oscuridad donde quiere sacarle los encargos de curias religiosas, hermandades y particulares a cualquiera y como sea, lo antes posible. También partes medianamente oscuras donde se esconden sus escrúpulos; y penas que observan tras la imagen del señor de la Cañita el Ecce Homo recuperado de San Agustín lagunero, el Hermano Pedro el Santo Canario de Vilaflor que hizo una labor humanitaria en América del Sur o la recuperación del Cristo de Burgo también pacto de las llamas en San Agustín de la Laguna.
No existe fotografía especulativa suya alguna, pero hay una habitación tipo taller, primero en la Laguna, después en la Perdoma y finalmente en el barrio orotavense La Luz decorada de toda la imagenería a medio hacer con semen y grasa de acné que se zumba diariamente. Luego la rutina. Luego el estrés. Luego muchas imágenes velan su sueño con sus gritos de ultratumba y los llamados de la canción perdida en repetición, que por lo menos se tiene que conformar con lo que hay, pues su inmensa obra y en su gubia dominada por la talla de madera poniendo en ella toda la suavidad y delicadeza de los escultores referentes como Lujan o Estévez. Su labor quedará patente bajo la copa ligera del policromado de los crucificados como el que ha dejado para siempre en la Concepción de Los Realejos Cristo de la Redención o la recuperación del Cristo Crucificado para la capilla del Cementerio de La Orotava, sintiendo predilección por Los Crucificados, marcado por su escondido temperamento pasional de profundos sentimientos religiosos que se reflejan en sus obras, de estilo Barroco.
Y todo debido a los años de trabajos desde su infancia en la calle Nueva villera donde su imaginación como monaguillo de la Concepción empieza a desarrollar una gran facilidad para esculpir, con precisión y limpieza con la cera, destacando también el futuro conocimiento de la anatomía humana y capacidad para moldear formas y expresiones.
Así pues don Ezequiel de León Domínguez pasará a la historia orotavense y de Canaria como hijo de una familia humilde numerosa que desde pequeño mostró un especial interés hacia la escultura religiosa.

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