jueves, 24 de julio de 2008

SENTIMIENTOS DE LA FIESTA

SALVADOR GARCIA LLANOS, AUTOR DEL PREGON DE LAS FIESTAS DE LA HIGUERITA

El periodista y escritor portuense Salvador García Llanos, ex alcalde del Puerto de la Cruz y ex delegado del Gobierno de España en Canarias, leyó el pregón de las fiestas del barrio de La Higuerita.

García glosó en su texto, titulado "Sentimientos de la fiesta", el costumbrismo y los afanes de un núcleo de población 'fronterizo' entre Los Realejos y el Puerto de la Cruz.

Citó a los escritores Pedro García Cabrera y Sebastián Padrón Acosta para ensalzar las virtudes de sus pobladores y las esencias características de la propia fiesta y de su significado social.El autor ponderó el trabajo de los habitantes de La Higuerita así como el fervor y el espíritu de sana diversión que les distingue en ocasión de sus festejos.

A continuación puede leerse un resumen del pregón de las fiestas de este entrañable barrio del Puerto de la Cruz y de Los Realejos.

Por aquí anduvimos hace unos años, creo recordar que como alcalde, exaltando las tradiciones a la par que explicando los avances de un barrio que se transformaba al calor del progreso que siempre puede representar una carretera.

El tiempo quiso, por cierto, que a última hora, casi sin avisar, estuviéramos presentes en la inauguración del puente por el que habíamos abogado en otra etapa de la vida municipal.

En fin, que si a ello unimos otras asistencias y otros actos, unas cuantas vivencias de nuestra trayectoria pública están vinculadas a La Higuerita, una suerte de ‘finisterre’ portuense y un trozo de la superficie realejera, al pie de la Montaña del Fraile, un cono volcánico de lapilli y escorias basálticas de gran interés vulcanológico cuya erupción, según el inolvidable geólogo tinerfeño Telesforo Bravo, data de 1430.

Ya advertimos de los antecedentes pero no hubo manera de persuadir a los promotores de la iniciativa, cuya perseverancia, desde luego, es digna de mejor causa. Les agradezco, en cualquier caso, su interés; y a todos ustedes, su presencia y su atención.

Y no es que moleste o importune hablar de fiestas populares, aunque pueda pensarse que ya están todas vistas o que la rutina se ha apoderado de las mismas, de modo que escasa motivación suscitan. Al contrario, hasta se agradece que la invitación permita renovar lecturas y plasmar ideas o pensamientos, comunicarlas y compartirlas, a fin de cuentas un ejercicio que, animado en este caso por el aire festivo, siempre resulta gratificante.

Hablar del barrio y de sus gentes, de sus tradiciones, de sus afanes, de esa pequeña gran historia que se escribe a diario, que se actualiza año tras año, fiesta tras fiesta, volador tras volador. A eso hemos venido.

La fiesta, en general, y por tanto, la de La Higuerita no es una excepción, invierte modelos y valores de la vida organizada y se instala en la materialización de realidades más o menos fantásticas.

En efecto, en una alegoría de las Fiestas y Costumbres de Barcelona, se señala que “para poner orden en ese estado de cosas efímero cuando la fiesta se va de las manos, se recurre al viejo sistema de la cabalgata y el desfile que no es sino una manera de encauzar el caos, de paliar los estragos de la desmesura, de integrar el desorden para dirigirlo de manera controlada hacia su fin natural”.

Este fin natural es el de la diversión sana, el de la creatividad apreciable, el del fervor que se respeta. La Higuerita respira el ambiente de sus costumbres, el de la convivencia de distintas generaciones, el del bullicio infantil y el del jolgorio juvenil. La música, el folklore, el humor, la manifestación artística, los regocijos, el acto religioso…

En este enclave, del que siempre será difícil asegurar con qué municipio está más identificado o integrado, se prodigan, en medio del trajín de sus habitantes y de los afanes deportivos, las legítimas aspiraciones de progreso. Las casas de vieja planta contrastan con nuevas edificaciones y las plataneras y otras áreas de cultivo se resisten a desaparecer del todo.

Surgen en ese mundo singular las personas. Y con ellas, sus oficios. Aún se puede plantear este término en lugares donde se resistieron a desaparecer. Personas y ocupaciones. Hasta hacerlas su medio de vida, hasta hacerlas arte. El poeta Pedro García Cabrera, de raíces paternales realejeras, cantó a dos figuras principales del quehacer popular y costumbrista del municipio. Cantó así a las caladoras y fogueteros:
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El poeta les une, les hace compartir ese extraño temblor que sienten quienes destilan ternura en su labor artesana de pespunte y dedal que no es de menor rango, por cierto, frente a la de quienes manejan pólvora y sustancias explosivas que, entre arabescos y filigranas, estallarán y llenarán de colorido el firmamento nocturnal.

En la fiesta late un anhelo de convivencia, de comunión. En este núcleo entre dos municipios, fronterizo, el latido atrae a las gentes de los dos lados.

En uno, realejeros orgullosos de la montaña privilegiada desde la que otean la menguada pero siempre atractiva estética del valle y hacia abajo, a los pies que baña el Atlántico, admiran una singular concentración que la mano del hombre ideó para aprovechar los límites del espacio físico y modelar un medio de vida, una fuente productiva cuando era hasta incierto que manara y que diera para tanto y hasta que fuera inagotable.

Orgullosos también de que la Cruz del lugar procesione entre calles angostas, viviendas de otra arquitectura y los bastos accesos a las últimas plataneras hasta cruzar la carretera, penetrar en el territorio vecino, gozar de los aromas rústicos que aún subsisten y regresar, sobrepasando un puente, recorriendo hasta los terrenos vírgenes que limitan con la más moderna instalación deportiva de las construidas en el Puerto de la Cruz.

Por unas fechas, por unas horas, conviven con quienes saben que allí termina aquel espacio, del que no renuncian un centímetro y del que lucen, ufanos, su vocación cosmopolita y pluralista.
En él, en el otro lado, los portuenses han brindado su talante. Con generosidad, como es norma. También, su predisposición a integrarse, activos, acogedores, aún en los confines, donde la quietud habitual se ve alterada por el fragor de La Vera cercana y antesala de la pequeña gran urbe.

Es como si resistieran en estas fechas al olvido o a la lejanía. Y por eso, en fechas festivas, cuando es inevitable echar la vista atrás y el momento es propicio para cultivar las tradiciones y aparcar los sinsabores, refrescan la copla de un clérigo portuense, escritor incansable, Sebastián Padrón Acosta:
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Pero el consuelo no equivale a conformismo y las ilusiones jamás se deben perder. Mientras haya fiesta, mientras esta cita anual con la alegría, el bullicio, la creatividad y el fervor siga siendo un reclamo: “Nuestros impulsos sin salida, cuando no se liberan momentáneamente por las fiestas, se subliman por vía religiosa”, escribió el filósofo mejicano Agustín Besave Fernández del Valle en su titulo “La dialéctica de la soledad”.

Entonces, se escuchará de nuevo en La Higuerita el canto por antonomasia del canario. Y otra vez los versos de Padrón Acosta, sensible con todo lo insular, con el tipismo mejor cuidado, servirán para alegrar el vaso de vino, la visita, el reencuentro, la conversación, el costumbrismo, la actuación… todo lo que, en definitiva, desprende la fiesta:
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En el preludio de las fiestas de La Higuerita, de lo que se trata es anunciar las buenas nuevas que su población genera con entusiástica iniciativa después de meses de preparativos.

Son las que contiene cada acto, las que harán más llevadera la cotidianeidad, las que producirán una exclamación de alegría o un gesto de afecto y hasta las que motivarán la condescendencia con alguna vieja rencilla. La liberación.
A fin de cuentas, recapitulemos, es la ternura la que se impregna y el peligro al que se reta. Los corazones están en vilo y los recuerdos sobresalen con afán de perdurabilidad en medio de los impulsos. Todo es consecuente: los sentimientos recobrarán vida pues el querer siempre tendrá opciones sea cual sea su exteriorización.

En el fondo, todo eso es la fiesta.
La Higuerita (Los Realejos) Junio 26/2008

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