martes, 8 de julio de 2008

QUE NADIE SE SIENTA SOLO EN LA GRAN CIUDAD

Artículo recibido de: Celestino González Herreros

De mucho sirve ver a nuestro alrededor, ese afán de superación de la gente con las que convivimos habitualmente. Esa alegría desbordante que tantas veces nos delata por nuestra forma de ser. Esa transparencia que contagia y dice más que las palabras... Muecas sinceras y abiertas que manifiestan cierta liberación del encierro virtual de tantas posturas equivocadas. De mucho sirven esas anchas sonrisas que nos brindan, como manifestación feliz, del casual encuentro, o el fortuito cruce de miradas a lo largo de un simple paseo, un adiós sonriente que dice más que mil palabras escogidas para expresar tal situación, esa sencilla demostración de afecto, aunque todo fuera pasajero, pero el gesto es lo que acompaña.

Que nadie se sienta solo en la gran ciudad, que todas las miradas se encuentren; y repartan sus labios las más amplias sonrisas. Y que se oiga la voz, cual eco simbólico, de cada uno de los corazones en ese memorable encuentro, repartiendo y recibiendo felicidad, contagiando alegría y semblanza humana, como quien riega flores para que despierten de sus letargos... Nada hay tan expresivo, ni tan complaciente, como la tolerancia, como el trato humano e ir descubriendo en cada episodio de la vida, la racionalidad existente entre los hombres... Cada cual puede pensar como quiera, pero si, entender lo que somos, cómo estamos hechos y cual debe ser nuestra elección... Caminemos juntos, es posible que el camino no se nos amplíe y podamos alcanzar los desvíos aconsejables hasta llegar a la planicie del entendimiento general en el mejor de los ambientes.

Con palabras no, imaginémonos, por unos instantes, andar confusos buscando, como suele ocurrirnos, y descubramos a la postre, que todos somos iguales, pensamos igual y cada uno con sus criterios, pero hacemos el mismo esfuerzo. Revindicamos, casi siempre lo justo, lo que nos parece más justo. Mas, no siempre acertamos, pero hemos dado la cara por un ideal determinado. En este esfuerzo vital jamás habrá tregua, el destino es andar, no detenernos.

No se puede ir por la vida queriendo ignorar el grave problema que se avecina. Hay que jugarse el físico si fuera necesario y darse a respetar, ante todo para que mañana no sean manipulados como simples marionetas en el circo barato de la feria más próxima. Los jóvenes tienen varias alternativas, difíciles, pero aprovechables. Sólo es necesario voluntad y conciencia emprendedora. Repetir cuantas veces sea necesario, insistir y sobre todo asociarse, revitalizando todos aquellos decretos que hasta hoy habéis ignorado y nuestra Constitución avala. Moderación ante todo, pero perseverancia y a la larga prevalecerá la justicia; y hasta quién sabe, más de uno se irá a casa a celebrarlo.

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