Artículo recibido de: Bruno Juan Álvarez Abreu
Nacido en Teror (Gran Canaria) en 1882, médico de profesión y uno de los organizadores del republicanismo tinerfeño, fue consejero del Cabildo de Tenerife desde 1915 a 1918, años en los que, según reflejan las actas, fue de los consejeros más activos de la Corporación Insular, en la que realizó una política de carácter reformista dirigida a la mejora de las condiciones de vida de las clases populares. El 22 de octubre de 1917, en el Centro Obrero de Santa Cruz de Tenerife se celebró una reunión en la que Bethencourt del Río mostró la conveniencia de crear una Agrupación socialista debido a "la necesidad de constituir una organización de defensa de los obreros para llevar a los escaños municipales a representantes de las clases trabajadoras", propuesta que fue aceptada, eligiéndose el primer Comité Local del PSOE en Tenerife y a su primer presidente, Manuel Bethencourt del Río, quien así lo comunicó por escrito al dirigente Julián Besteiro en Madrid. La sede santacrucera del partido se estableció en la calle Canales, hoy Ángel Guimerá, compartida con el sindicato socialista UGT. Precisamente fue Bethencourt del Río quien fundara el semanario "El Socialista", que comenzó a publicarse regularmente el uno de diciembre de 1917 bajo su dirección. Un año después surge en Santa Cruz la primera Agrupación de Juventudes Socialistas de Tenerife.
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En esta cuestión debió de tener influencia la condición del fundador del PSOE en Santa Cruz de Tenerife de hijo de un liberal grancanario, Francisco Bethencourt Montesdeoca, vinculado a la terratenencia de entonces por su matrimonio con María Rivero y del Castillo Olivares, hermana de la condesa de la Vega Grande de Guadalupe. La extracción burguesa del médico Bethencourt del Río puede explicar la política moderada del PSOE en aquellos momentos, hecho que contrasta con su actitud ante otras cuestiones como las sociales -muy radical y reivindicativo-, como en su actuación como concejal socialista en el Ayuntamiento conservador de La Orotava, donde el 2 de marzo de 1916, a los dos meses de su elección como tal, protagonizó la defensa de las clases populares, exponiendo que "...por el alza de los fletes, el hundimiento de buques y otras circunstancias, se han encarecido de un modo extraordinario las subsistencias; los adinerados, por egoísmo particular, no se ocupan del problema, que puede ser gravísimo, habiendo jornaleros que sólo pueden comer una vez al día, por no alcanzarles para más el mezquino producto de su trabajo, no consumiendo otra cosa que gofio...". Por ello exigió que fuera el Ayuntamiento quien resolviera la situación, que nunca llegó por la coincidencia de intereses del resto de concejales y la clase adinerada de La Orotava.
Vicepresidente del Cabildo y leal a la República el 18 de julio de 1936, ingresó en la prisión santacrucera de San Miguel el 9 de agosto de ese año, desde donde pasó primero al barco cárcel "Adeje" y luego a la prisión de Fyffes, en la que permaneció desde el 9 de septiembre de 1936 al 11 de marzo de 1939.
Don José María Segovia Cabrera, escribía en el matutino EL DÏA sobre la vida

Como primera aclaración, hemos de indicar que don Manuel era de una ascendencia familiar elevada, de lo que antes se decía "una buena familia", de educación esmerada, médico por la Facultad de Medicina de Cádiz como tantísimos otros canarios a lo largo de un siglo. Según me recordaba recientemente el doctor Enrique González, con ampliación de estudios en Francia, Austria, Alemania e Inglaterra, lo que bien indica su extracción social en una época en la que prácticamente no se viajaba ni existían las becas y demás ayudas actuales, lo que al par de una amplia formación científica en su materia profesional le confirió una vasta cultura y el dominio de varios idiomas, caso también muy poco corriente en la España de primeros del siglo pasado, aunque no tanto en Canarias, siempre ligada en lo económico y como país eminentemente agrícola, a la exportación de frutos al extranjero, principalmente a Inglaterra, donde en la actualidad la principal y novísima zona bancaria y de negocios de Londres lleva precisamente el nombre de Canary Wharf; en recuerdo a los barcos que allí descargaban los productos de las islas. Don Manuel perteneció a una gran generación de médicos que comenzando por don Diego Guigou y siguiendo por Alonso Felipe, con su clínica en Costa y Grijalba, se complementaba por los doctores Gabarda, Zerolo, Rodríguez López, Castro, Barajas, Cerviá, Robayna, algunos de ideas más o menos avanzadas para aquellos años y que a la llegada del levantamiento militar contra los desmanes tolerados por la República (que culminaron con el asesinato por la propia policía de uno de los jefes de la oposición parlamentaria, el ex ministro de Hacienda de la monarquía Calvo-Sotelo) motivaron que algunos terminasen en prisión, como el propio don Manuel o también el dr. don Ernesto Castro.
Pero yo recuerdo principalmente al doctor Bethencourt del Río como

La guerra, los estudios y la marcha a la Península el 39 hicieron que no volviese a ver por entonces al dr. Bethencourt que, además de su profesión médica, fue el creador del Club de Tenis Bethencourt, con una cancha de cemento en los jardines de su casa, en la subida a Las Mimosas, en la confluencia de las calles Numancia y Enrique Wolfson, espléndido chalet que ya no existe, víctima del desmedrado urbanismo a que estamos sometidos, y que, con las canchas del Club Náutico en la calle Méndez Núñez, donde luego se construyeron unas casa militares y enfrente del cine Rex, fueron la cuna de este deporte en Tenerife. Excepto una vez en Madrid, a donde fue acompañado por su mujer Dolly Thomas, no volví a ver a don Manuel Bethencourt, por lo que la mayor parte de la información que sigue a estas primeras líneas provienen de mi mujer, ya que su madre y Dolly Thomas eran grandes amigas desde la infancia, amistad que duró hasta el fallecimiento de ambas. Aquella visita a Madrid del matrimonio Bethencourt fue con motivo del expediente que le hicieron como perteneciente a la masonería, tan perseguida en aquellos años, expediente que como recuerda el senador González Bethencourt, fue sobreseído, pues su afiliación a esta entidad había durado menos que el canto del gallo, no así el instruido a mi tío Juan Vicente Mandillo, que a pesar de haber pertenecido durante la contienda a aquella Acción Ciudadana, en la que personas ya mayores en edad no militar prestaban servicios de vigilancia, arma al brazo, durante las noches, sí que fue sancionado y se pasó una larga temporada en el penal de Burgos.
En aquella excepcional cuna del tenis fue donde mi mujer aprendió con

Don Manuel era también el médico de familia de la de mi mujer y con motivo de su detención tan prolongada su asistencia fue reemplazada por la de don Ernesto Castro, cuya permanencia en la prisión de Fyffes fue menos larga. Como sucedía en aquellos tiempos, el médico había de atender toda clase de enfermedades y de asistencias y la especialidad era algo que empezaba y para afecciones muy concretas como la tuberculosis o el riñón; pero, en general, la actividad del médico era muy variada y así don Manuel atendía tanto a las parturientas como a los niños, como a las roturas derivadas de una caída, especialidad esta que le era muy grata y a la que, probablemente, le debió la vida. La llegada del Movimiento supuso para el dr. Bethencourt del Río, como para otros de sus ideas políticas, no sólo el arresto, detención, ingreso en prisión y hasta la muerte en ciertos casos, sino en alguna ocasión la pérdida de destinos o puestos que la envidia y la venganza hicieron posible como uno de los aspectos más odiosos y miserables de las guerras civiles entre hermanos. Don Manuel fue detenido y llevado en primera instancia a la tristemente famosa prisión de Fyffes, instalada en los almacenes de esta compañía exportadora de frutos, donde coincidió con su amigo y colega don Ernesto Castro. De allí lo llevaron a un triste famoso barco fondeado en la bahía que hacía de prisión flotante, creo recordar que frente a los que fueron los laboratorios de la Junta de Obras, donde lo visitaba su mujer, Dolly Thomas, una vez a la semana. Se decía que de allí sacaban a algunos para hacerlos desaparecer, quizás en el mar, o fusilados, para lo que los conducían a "los platillos" en el comienzo del muelle, y fue allí donde un buen día una antigua clienta del doctor Bethencoiurt pudo verlo y acudió con toda diligencia a sus amistades para darles noticia de lo visto y gracias a la gestión de los cónsules de Alemania y de Italia pudo conseguirse que el doctor fuese reintegrado a su casa, si bien con la presencia física continua de un policía, que casi llegó a integrarse en la familia de don Manuel, a quien llegó realmente a respetar profundamente.
Fue también don Manuel lo que hoy se diría una persona muy progre. Con él llegó un poco el escándalo, y aparte de separarse pronto de su primera mujer, acción en la que tuvo la ayuda y el consejo de su correligionario político, el abogado y diputado Rodríguez Figueroa, un buen día no se le ocurrió otra cosa que fugarse a París con una señora casada, con la que luego se casó una vez que la República legalizó el divorcio, que para muchos fue una verdadera tabla de salvación y permitió regularizar muchas situaciones. La amistad con Rodríguez Figueroa fue grande y mi mujer recuerda verlos en su casa de Enrique Wolfson, en los primeros días del Movimiento Nacional, hablando de qué hacer, si presentarse o no y qué actitud tomar. De todos es conocido que tanto él como su hijo Guetón fueron detenidos en aquella ocasión y desaparecieron. La historia de la familia Rodríguez Figueroa está aún por escribir, confío se haga con la debida ecuanimidad y justicia y recuerdo cómo allá por el año 37, estudiante de 6º año de bachillerato en el Instituto de La Laguna, alguna vez nos metíamos en la casa de don Luís Rodríguez Figueroa, media abandonada en las proximidades del Juego de los Bolos y el Camino de San Diego. Hace poco falleció también un hijo suyo, Elio, luchador incansable por sus ideas comunistas e independentistas desde su vuelta a Canarias, como hijos suyos eran también, entre otros, Layo y Hostilio, éste último actualmente en una república sudamericana.
Hasta aquí algun

Estimo que, en estos días que nos ha tocado vivir de reactivación de recuerdos y refuerzo de nuestra identidad canaria, nuestra Federación de Tenis o la autoridad deportiva pertinente debería instituir algún trofeo o torneo con el nombre de don Manuel Bethencourt del Río, tanto en recuerdo de su nombre como en memoria de quien fue, sin duda, el gran introductor de ese deporte en nuestra tierra. Simple cuestión de justicia, a mi modesto parecer”...//... En el periódico tinerfeño la Opinión del 13 de noviembre del año 2007 se hablaba de la figura de Manuel Bethencourt del Río, conmemorando el 90 cumpleaños del partido socialista obrero Español tinerfeño, que también transcribimos a continuación; “Estos días, los socialistas conmemoran el 90 aniversario de la fundación del partido en Tenerife. El senador José Vicente González Bethencourt ha centrado el acto que tendrá lugar hoy en el Círculo de Amistad XII de enero en torno a la figura de Manuel Bethencourt del Río. Este médico canario fundó el partido en la isla tinerfeña y llegó a ser concejal de La Orotava y presidente accidental del Cabildo. En 1882 nació Manuel Bethencourt del Río en Teror, Gran Canaria. Ahora, 125 años después, José Vicente González Bethencourt, senador del PSOE por Tenerife, ha comenzado una investigación sobre aquel hombre "inquieto" que el 22 de octubre de 1917 fundó el Partido Socialista Canario en la isla tinerfeña. En el empeño no está solo. El senador asegura que hay más gente que le está echando una mano. Lo que más le gustaría es, si duda, conocer a algún pariente de Bethencourt del Río para recopilar más datos y poder invitarle a la conmemoración del 90 aniversario del PSOE en Tenerife. No obstante, González Bethencourt ha descubierto muchas cosas ya. Entre ellas, que estudió medicina en Cádiz y que después perfeccionó su carrera en ciudades como París, Berlín, Viena y Londres. Este médico canario que ejerció en Tenerife era de una familia muy acomodada, que "procedía de un estrato burgués". Sin embargo, cuando llegó a esta isla "ya vino con inquietudes políticas socialistas" y, al parecer, con muchas ganas de defender a los más maltratados socialmente. Es más, "se convirtió en un hombre muy radical, políticamente hablando". De hecho, continúa el senador, "en Tenerife era la persona más radical que había a la hora de defender de los trabajadores". Para lograr sus objetivos fundó el partido socialista. "Él decía que la única manera de luchar era fundar el partido y conseguir concejales". Y con él llegaron los primeros concejales socialistas al Ayuntamiento de la capital tinerfeña. Pero no sólo fundó el PSC-PSOE, sino también el sindicato UGT. Incluso ambas organizaciones llegaron a compartir un local en la calle Ángel Guimerá.
José Vicente González Bethencourt recuerda que cuando el fundador socialista era concejal de La Orotava se produjo una crisis económica en el sector agrícola. "Los agricultores pasaron mucho hambre y él propuso que el ayuntamiento les subvencionara". Pero no hubo forma; "no consiguió ser aprobada porque la mayoría del ayuntamiento era muy conservadora", asegura. Este es uno de los gestos y actos que el fundador del PSC en Tenerife realizó en su vida. El senador desvelará muchos más en el acto previsto hoy a las 20 horas en el Círculo de Amistad XII de enero. En el acto también participarán el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, y el secretario general de los socialistas canarios, Juan Fernando López Aguilar, entre otros. González Bethencourt asegura que si Bethencourt del Río levantara la cabeza estaría orgulloso "porque en el partido aún hay gente como él". Pero, claro, ahora los socialistas no se juegan tanto como él se jugó en aquella época. El 18 de julio de 1936, cuando ejercía como presidente accidental del Cabildo de Tenerife, fue arrestado y encarcelado por Francisco Franco. Primero estuvo en la prisión de la calle San Miguel, luego fue trasladado a la cárcel habilitada en el barco ´Adeje´ y, finalmente, terminó su condena en la prisión de Fyffes, cerca de lo que ahora es el instituto de El Chapatal. Quedó en libertad en el año 1939, pero fue de nuevo encarcelado por ser masón y en base a la Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo. Fue, según los datos de González Bethencourt, el propio colegio de médicos el que informó de su pertenencia a la logia masónica del templo que aún existe en la calle San Lucas. Cuando salió de prisión lo hizo ya enfermo y poco después murió. Además, el régimen franquista le impidió ejercer como médico. No obstante, aún faltan muchos datos para completar la historia. Los socialistas intentan averiguar dónde está enterrado, cuándo murió, qué familiares tiene... Toda información es poca”.
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