sábado, 26 de julio de 2008

JOSÉ AGUTÍN ÁLVAREZ RIXO

HISTORIADOR Y EX ALCALDE DEL PUERTO DE LA CRUZ.

Artículo recibido de: Bruno Juan Álvarez Abreu


Nació en Puerto de la Cruz en 1796 y falleció en dicha localidad en 1883. Fue uno de los principales historiadores canarios del siglo XIX y también cultivó el género teatral... Sus principales obras son: Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava : 1701-1872; Catálogo de voces de indígenas canarios; Cuadro histórico de estas Islas Canarias o noticias generales de su estado y acaecimientos más memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812; Historia del puerto de Arrecife en la Isla de Lanzarote, una de las Canarias; Historia de dos puertos canarios; Lenguaje de los antiguos isleños; Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras Islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones; Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras Islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones.

El Instituto de Estudios Hispánicos (IEHC) del Puerto de la Cruz le rindió un merecido homenaje en el mes de junio del 2008 a la figura del intelectual tinerfeño Agustín Álvarez Rixo con un ciclo de conferencias. El filólogo y escritor José Javier Hernández García impartió una charla titulada "Julián Fernández Calzadilla: los viejos caminos de la memoria".

Se presentó el libro "Noticias biográficas de algunos isleños canarios", de José Agustín Álvarez Rixo. El profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández González, disertó sobre "Álvarez Rixo entre la Ilustración y el Liberalismo". La profesora de Historia Contemporánea de la ULL, Teresa Noreña Salto, fue la encargada de exponer la conferencia "Tenerife en la época de Álvarez Rixo".

El profesor de Historia Moderna de la ULL Adolfo Arbelo García describió cómo era La Orotava en la época en la que vivió Álvarez Rixo. Y, finalizó este ciclo de conferencia IEHC con "Canarias en la época de Álvarez Rixo", intervención protagonizada por el actual presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez García. Cabe recordar que José Agustín Álvarez Rixo, nacido en 1796 en el Puerto de la Cruz y fallecido en 1883 en el orotavense barrio de La Luz, fue, a través de sus estancias en Madeira, Arrecife de Lanzarote y el Puerto de la Cruz, el prototipo de toda una generación de intelectuales canarios herederos del impacto formativo del catolicismo ilustrado y del ambiente cosmopolita y liberal del comercio portuense.

Álvarez Rixo fue alcalde del Puerto de la Cruz en varias ocasiones y activo colaborador de la prensa insular. A lo largo de su vida redactó muchas obras que permanecieron inéditas mucho tiempo. La trasera de la casona de Ventoso linda con otro gran inmueble del siglo XVIII, en estado de abandono, que fue la casa natal del cronista y alcalde portuense José Agustín Álvarez Rixo, nacido en 1796. Hijo de comerciantes portugueses, fue el artífice de la unificación y conservación del archivo municipal y aparte de político, escritor, diputado de sanidad y juez de paz, llegó a ser corresponsal del diario británico The Times. En la elegante fachada del inmueble destacan sus balcones de hierro.

Como aportación complementaria de carácter documental sobre la presencia de los majoreros en el Puerto de la Cruz de la Orotava, consultamos los recopilados por José Agustín Álvarez Rixo. Anales 1701-1872, en cuanto hacen referencia a la Virgen de la Peña de Francia y la de Nuestra Señora de la Peña de Fuerteventura, conocida como la Virgen de la Peñita, y la vinculación de ambas con los majoreros, asentados desde siempre en el Puerto, como pescadores, caleros, en suma emigrantes forzados por las penurias cíclicas que en su isla de origen tienen lugar. Desde siempre y a partir de la conquista castellana, el Valle de la Orotava por sus condiciones favorables desde cualquier perspectiva, ha sido receptor de población foránea, en torno a su puerto de exportación de mercancías y por el que a su vez entra riqueza y cultura. La importancia que tiene el medio geográfico para captar poblamiento es fundamental, y el Valle con sus factores atrayentes, agua, vegetación y excelentes zonas de cultivo, sin despreciar otros, derivados del mar y del puerto, han posibilitado esa afluencia foránea de la que no es menor la que estudiamos. A este respecto y consultado el libro editado por el Ayuntamiento de La Orotava, El Puerto y Los Realejos, El Valle de la Orotava, 1983.

El amigo y convecino Isidoro Sánchez García, uno de sus autores expresa "los conquistadores castellanos iniciada la última fase del proceso de conquista, convierten su tarea en empresa política, económica y religiosa. Una vez conseguida la victoria sobre los “guanches”, habitantes primigenios en el Archipiélago, precisamente con punto final en el Valle de Taoro, culminan la empresa iniciada intentando conseguir el máximo rendimiento en los fines, sin importar los medios empleados, y con el objeto de resarcir los cuantiosos gastos de guerra que ocasionó esta última etapa conquistadora". De esta forma, y llegados al Valle, los hombres de Lugo se reparten se reparten las excelentes tierras de cultivo y pastizales y en suma se apropian del medio geográfico, y añade Isidoro Sánchez, " no para atenderlo o cuidarlo, sino para forzarlo a producir para beneficio de sus nuevos habitantes sin importarles el medio o la armonía ecológica que hasta el momento habían creado los referidos guanches".

Al paso del tiempo se desarrollarán todo tipo de cultivos agrarios fácilmente adaptables a su climatología, caña, viña, nopales, chumberas, plataneras, con rendimientos siempre óptimos, en los que no es ajeno el Puerto de La Orotava, con sus permanentes contactos con el mundo económico exterior. Esta actividad portuaria, en los tiempos que estudiamos, fue elemento aglutinador de poblamiento, que cambiaría de actividad económica según demandaran las circunstancias, pero que nunca abandonaría o cambiaría de lugar de residencia, salvo las ya tópicas y conocidas de la emigración a América, nunca excesiva desde este lugar, como si lo fue claro receptor de emigración.

En torno a la Virgen de la Peña de Francia, en sus Anales, Álvarez Rixo, ya alude desde el primer año desde el que parte su estudio, 1771, y así extraemos " que puesto que la anterior iglesia era un pobre curato, por el celo y buen ánimo del licenciado D. Mateo de Soussa, primer beneficiado, se debe la construcción de la actual parroquia, comenzada en el año 1
684 y concluida el de 1697. Por que a pesar que desde el mes de diciembre de 1603, comisionó el Cabildo a su Regidor, Antonio Lutzardo de Franchi para fundar el pueblo y una iglesia, parece fue a manera de ermita, dedicada a Nuestra Señora de la Peña de Francia; por lo cual, los vecinos edificaron su iglesia, siendo su patrono el Capitan Antonio Álvarez y su mujer María Hernández de Cháves, cuyo mediano templo estuvo sirviendo hasta dicho año 1684, ocupando siempre el local poco más o menos que la referida primera ermita. Mayordomo de la fábrica parroquial, lo era en el año 1701 de que escribimos, el licenciado Don Juan García del Castillo, quien continuó siéndolo muchos años después.

En el mismo año, Álvarez Rixo, alude nuevamente a esta parroquia, por la residencia que solicita el irlandés Bernardo Valois a) Walsh, natural de Waterford, quien alegó méritos acreditando amor al país y haber edificado la capilla de San Patricio de Nuestra Señora de La Peña. Esto n os confirma el crecimiento económico del Puerto y las relaciones comerciales con varios países del occidente europeo que atrajeron a nuestras islas a muchos extranjeros, en especial católicos irlandeses tras el triunfo de la revolución protestante de 1688 en Gran Bretaña.

En los inicios del siglo XVIII surgen en estas Islas los problemas, producto de esta relación internacional a través de sus puertos, y al hambre que ya se inicia desde mucho antes en Fuerteventura - y Lanzarote -, añadimos la fiebre amarilla que invade la Isla de Tenerife, surgida en su puerto en 1703, a la que siguen otras catástrofes como fueron las erupciones volcánicas de 1704, 1705 y 1706 en la Isla que producen el consiguiente pánico generalizado.

En el año 1739, se conoce que el Alférez de "forasteros" Gregorio Martín de Aguiar compró al Maestre de Campo Don Bartolomé Benítez de las Cuevas, en escritura de 14 de abril, el sitio para fundar la ermita de la Peñita en la Ranilla, cuya fábrica luego puso por obra dando nuevo aspecto a aquel malpaís, que yacía cubierto de cardones, tabaibas y otros matos silvestres. Se comenzó a construir en 1741, para finalizar, dice el documento de Rixo "por ahora", la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Fuerteventura, comúnmente llamada de La Peñita, a causa de la pequeñez de la imagen, siendo sus fundadores el Álferez de forasteros Gregorio Martín de Aguilar y su mujer, quienes dotaron decentemente dicha capilla. Las andas de plata vistosamente laboreadas pesaban 23 y media libras y habían costado 6oo pesos a pesar de su corto tamaño, y que parece ser se vendieron posteriormente por alguna penuria económica.

En 1740 las islas son objeto de nuevos avatares, consecuencia de la política borbónica en sus guerras europeas y americanas con Inglaterra. En este año Fuerteventura sufrió dos desembarcos de corsarios ingleses siendo vencidos por las milicias y en los que hubo muertos por ambos bandos. Pero no sólo era el temor al desembarco para cometer pillajes, robos, destrucciones y muertes, sino también los ataques cometidos contra naves que comerciaban con Canarias y perjudicaban su economía. Ello motivo la mejora de las defensas de las islas siempre insuficientes.

En 1752 el matrimonio fundador de la ermita de La Peñita, ya apuntados, otorgan testamento, lo que hace recordarlo es, por razón de las costumbres que aquí había, puesto que sea para dar gracias a Dios, verles mandar decir mil quinientas y más misas a los frailes, alumbrar tantas de las libras de cera por fausto y para sus reverencias, y señalar únicamente cincuenta reales antiguos, o sea, cinco pesos corrientes para los pobres. Añade Rixo que un escándalo notable para los hombres que reflexionan y tienen buenos sentimientos cristianos. Pero los testigos eran frailes quienes poco se embarazaban con lo que cualesquiera lo pudiese censurar. Rixo no es partidario de dejar dinero para misas y cera y no dejar apenas nada para los pobres, lo que denota su espíritu ilustrado, progresista y tal vez masón en potencia.

El año 1771, conocido como el año más desgraciado de la Historia de Fuerteventura, aciago año que Don Antonio Rumeu de Armas, denomina "bíblico", en el artículo de AEA, citado. En las notas de la edición correspondiente a la década 80, página 103, nos ilustra con datos que por su interés entresacamos:" la escasez sigue siendo un mal endémico. Las formas de propiedad y tenencia de la tierra, el crecimiento de la población y la ampliación de las tierras dedicadas a la vid, en parte explican la escasez de granos en las islas durante gran parte del siglo XVIII". La sequía y la langosta son males añadidos a esta realidad. Dejan de ser suficientes los granos producidos en Fuerteventura para el mercado regional, y es preciso importarles de otros lugares del exterior, premisa constante para la isla de Tenerife. Es por ello que el Monarca, Carlos III, autorizara en diversas ocasiones la importación de trigo, y a veces autorizando donativos para algunas de las islas.

Apunta Álvarez Rixo, para el año 1784, las ofensas de que era objeto Gregorio Casañas, perteneciente a una familia, naturales del Puerto y muy vinculados al mundo comercial en esta localidad y especialmente con Fuerteventura abastecedora de barrilla. De los muchísimos pasquines satíricos y burlescos que se fijaron en dicho lugar, los más eran contra el citado Casañas, aludiéndose en algunos de ellos presuntas relaciones de una hermana con un fraile dominico lego nombrado Fray Matías Gutiérrez, o con otra parienta de Casañas, quien logró, a través del Comandante General, se desterrase a Fuerteventura al culpable principal de tales intrigas un tal Don Francisco, si bien este pleito con costas, contra Gregorio Casañas, "por no habérsele podido justificar cosa de provecho".

Por las relaciones comerciales habidas con las islas orientales, objeto de este estudio, Gregorio Casañas, condolido de saber la gran falta de agua que había este verano en la isla de Lanzarote, donde estaban pereciendo de sed gentes y animales, remitió generosamente a dicha isla una porción de pipas llenas de ese líquido para la vida, por lo que fue elogiado por el Comandante General, Braciforme, a través de carta y en "memorables autos de "Agua del Rey".

En 1790, hubo escasez de lluvia extraordinaria en el Valle, tanto que el 9 de marzo se puso en novenario la devota imagen del Poder de Dios. No obstante, al tercer día de la novena, sopló un viento "tan violento que arrancó todo cuanto halló" - lo que denota la falta de religiosidad y fe de Álvarez Rixo.

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