Artículo recibido de: Celestino González Herreros
Desde la noche anterior hasta el siguiente día, surge en el Puerto de la Cruz tal transformación ambiental, que no puede uno menos que asumir los cambios que hayan surgido, con la normal satisfacción que ello genera. Sabía que las fechas se aproximaban, pero no sospeché que fuera tan rápido. Hasta se nota en los elementos que sorprenden, pues parecen distintos, como si fueran nuevos, más alegres y prometedores.
En Puerto de la Cruz, al recorrer sus calles, máxime en estos días de júbilo, como siempre, me ha entusiasmado considerablemente esa predisposición generosa que a la vez contagia. Ya están los banderines adornando las calles de la ciudad, las enormes plumas perfectamente alineadas señalan la ruta de las magnas Procesiones religiosas y le dan al ambiente cierto señorío fiestero a todas luces y como suele ocurrir, despiertan deseos de participar en sus Actos religiosos y lúdicos sin reservas… También despiertan nostálgicas evocaciones de épocas pasadas, siempre con la añoranza propia de la edad. Profundos recuerdos o reminiscencias vividas con aquellos que ya no están, físicamente entre nosotros, aunque estarán siempre en nuestro corazón.
Nuestras plazas públicas, jardines y terrazas ya están luciendo sus encantos, todo parece haberse renovado, anunciando que ya se acercan los días grandes para Puerto de la Cruz, que en breve cobraremos el prestigio habitual con que nos caracterizamos los portuenses, abriendo nuestros brazos a todos los pueblos de la Isla y a tantos foráneos que quieran visitarnos para rendirle pleitesía al Gran Poder de Dios y a nuestra venerada señora la Virgen del Carmen. Serán momentos reservados para brindarle nuestro amor al “Viejito” y a la madre marinera “Virgen del Carmen”, para calmar nuestras dudas, nuestros pesares y pedir, también, para los demás… Nuestros corazones se abrirán para ellos y con el mismo amor que nos entregamos, cada año tributamos lo mejor de nosotros con nuestras tradiciones populares.
Volveremos una vez más a sentirnos inmersos en ese sano ambiente de respeto y devoción por tan veneradas Imágenes y nuestros sentimientos más profundos aflorarán con renovada fe y con más fervor cada vez... Rogándole a nuestros santos Patronos por nuestro destino terrenal y la providencia de nuestra alma y la de nuestros seres queridos y amigos.
Con el murmullo de la brisa y teniendo en el pensamiento a nuestro muelle pesquero y su entorno, en el multitudinario acontecimiento del embarque de la Virgen del Carmen, mis palabras enmudecen, sólo puedo pensar.
Desde la noche anterior hasta el siguiente día, surge en el Puerto de la Cruz tal transformación ambiental, que no puede uno menos que asumir los cambios que hayan surgido, con la normal satisfacción que ello genera. Sabía que las fechas se aproximaban, pero no sospeché que fuera tan rápido. Hasta se nota en los elementos que sorprenden, pues parecen distintos, como si fueran nuevos, más alegres y prometedores.
En Puerto de la Cruz, al recorrer sus calles, máxime en estos días de júbilo, como siempre, me ha entusiasmado considerablemente esa predisposición generosa que a la vez contagia. Ya están los banderines adornando las calles de la ciudad, las enormes plumas perfectamente alineadas señalan la ruta de las magnas Procesiones religiosas y le dan al ambiente cierto señorío fiestero a todas luces y como suele ocurrir, despiertan deseos de participar en sus Actos religiosos y lúdicos sin reservas… También despiertan nostálgicas evocaciones de épocas pasadas, siempre con la añoranza propia de la edad. Profundos recuerdos o reminiscencias vividas con aquellos que ya no están, físicamente entre nosotros, aunque estarán siempre en nuestro corazón.
Nuestras plazas públicas, jardines y terrazas ya están luciendo sus encantos, todo parece haberse renovado, anunciando que ya se acercan los días grandes para Puerto de la Cruz, que en breve cobraremos el prestigio habitual con que nos caracterizamos los portuenses, abriendo nuestros brazos a todos los pueblos de la Isla y a tantos foráneos que quieran visitarnos para rendirle pleitesía al Gran Poder de Dios y a nuestra venerada señora la Virgen del Carmen. Serán momentos reservados para brindarle nuestro amor al “Viejito” y a la madre marinera “Virgen del Carmen”, para calmar nuestras dudas, nuestros pesares y pedir, también, para los demás… Nuestros corazones se abrirán para ellos y con el mismo amor que nos entregamos, cada año tributamos lo mejor de nosotros con nuestras tradiciones populares.
Volveremos una vez más a sentirnos inmersos en ese sano ambiente de respeto y devoción por tan veneradas Imágenes y nuestros sentimientos más profundos aflorarán con renovada fe y con más fervor cada vez... Rogándole a nuestros santos Patronos por nuestro destino terrenal y la providencia de nuestra alma y la de nuestros seres queridos y amigos.
Con el murmullo de la brisa y teniendo en el pensamiento a nuestro muelle pesquero y su entorno, en el multitudinario acontecimiento del embarque de la Virgen del Carmen, mis palabras enmudecen, sólo puedo pensar.
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