sábado, 12 de julio de 2008

DON TOMÁS CALAMITA Y MANTECA.

PIANISTA, COMPOSITOR Y EX DIRECTOR DE LA BANDA DE MÚSICA MUNICIPAL DE LA OROTAVA.

Artículo recibidor de: Bruno Juan Álvarez Abreu

"Don Tomás Calamita Manteca nació en Villalar de los Comune­ros (Valladolid) el día 14 de octubre de 1868. Muy joven aún, pasa a Madrid, donde comienza sus estudios, siendo un discípulo aventajado desde sus ini­cios en el arte musical. Más tarde, en la Escuela Nacional de Música y De­clamación, que a la sazón dirigía el maestro Don Emilio Arrieta, obtuvo a lo largo de toda su carrera los placeres de los jurados examinadores y las más al­tas y brillantes calificaciones, destacan­do desde esos momentos sus cualida­des de excelente pianista.

Al comienzo de la última década del pasado siglo se distinguió, primero como ejecutante de Banda Militar, y seguidamente como profesor de la Munici­pal de Madrid, siendo en esta primera etapa de su vida musical cuan­do plasma en el pentagrama sus zarzuelas de ambiente castizo más caracterizado, «El Dengue» y «Madrid.» En esta época es cuando entabla contacto con el señor Lugo - Viña que se encontraba en la Corte, el que le contrata para trasladarse a Santa Cruz de la Palma, a fin de que preste sus servicios de Preceptor de Música a sus familia­res. En otoño de 1898 se traslada a esta Villa de La Orotava y ya desde primeros de octubre de este mismo año asume la dirección de la Banda Municipal ininterrumpidamente hasta su fallecimiento acae­cido el día 21 de abril de 1943. Arduos y difíciles fueron sus primeros años al frente de esta Banda, que estuvieron dirigidas por buenos aficio­nados villeros, y como es natural el material humano de que disponía, no era, a pesar de la buena voluntad y amor a la música, el más idó­neo para un corto plazo conjuntarlo y obtener laureles con premura.

Es entonces cuando Calamita partiendo de un plantel, casi exclusiva­mente formado por jóvenes, en su mayoría artesanos, congrega una plantilla de educando que entusiasmados con los progresos patentes bajo la batuta del maestro, sacrificaban gustosos muchas, muchísi­mas horas, de trabajo y de sueño.
Esta perseverante labor, cristalizó al poco tiempo en una ilusionada realidad, y así, ya a comienzos de siglo este grupo se convirtió en una verdadera Banda de Música para solaz y recreo de los orotavenses que se complacían acudiendo a los conciertos que tenían lugar en la Alameda de la Plaza de la Constitu­ción. Sería prolijo enumerar la cantidad de conciertos que dirigió el Maestro Calamita por todos los pueblos de nuestra isla, así como tam­bién su memorable gira a la Islas Colombina de La Gomera y bonita de La Palma, y sobre todo la labor ímproba, y nunca bien pagada, de promocionar aquí, desde el Kiosco de la Alameda, la Zarzuela, el «genero chico»-, dándonos a conocer con fidelidad las inmortales obras, de Chapí, Bretón, Arrieta (su maestro), Barbieri, Chueca, Gaztambide, Caballero, Vives, Serrano, entre otros muchos compositores españo­les, así como también las recordadas interpretaciones de oberturas y fantasías de óperas de sello internacional. Calamita, como pianista acompañante, poseía la rara virtud de la memorización a primera vis­ta, por lo que fue solicitado en múltiples ocasiones, ya que artistas de fama mundial pasaban por Tenerife a causa de la escala obligada de los barcos, y aprovechando esta coyuntura actuaban en el desapare­cido Teatro Power de La Orotava, cantantes, bailarines y artistas de toda índole, de los que destacamos a Juan Manen y a Brindis de Sala, conocido este último por «El rey de las octavas». Como nota anecdótica diremos que Brindis de Sala al final de su recital le felicitó y le dijo «que nadie jamás le había acompañado con tanta fidelidad y exquisitez», llegando incluso a proponerle que fuese con él en su gira por los países americanos bajo las condiciones que estimase oportunas.
En el Piano rayó a gran altura, pudiendo decirse que fueron inconta­bles los alumnos que acudían a sus clases en su domicilio integrados en todos los estamentos sociales, algunos de los cuales descollaron posteriormente en los campos de la interpretación y de la composi­ción.

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