PIANISTA, COMPOSITOR Y EX DIRECTOR DE LA BANDA DE MÚSICA MUNICIPAL DE LA OROTAVA.
Artículo recibidor de: Bruno Juan Álvarez Abreu
"Don Tomás Calamita Manteca nació en Villalar de los Comuneros (Valladolid) el día 14 de octubre de 1868. Muy joven aún, pasa a Madrid, donde comienza sus estudios, siendo un discípulo aventajado desde sus inicios en el arte musical. Más tarde, en la Escuela Nacional de Música y Declamación, que a la sazón dirigía el maestro Don Emilio Arrieta, obtuvo a lo largo de toda su carrera los placeres de los jurados examinadores y las más altas y brillantes calificaciones, destacando desde esos momentos sus cualidades de excelente pianista.
Artículo recibidor de: Bruno Juan Álvarez Abreu
"Don Tomás Calamita Manteca nació en Villalar de los Comuneros (Valladolid) el día 14 de octubre de 1868. Muy joven aún, pasa a Madrid, donde comienza sus estudios, siendo un discípulo aventajado desde sus inicios en el arte musical. Más tarde, en la Escuela Nacional de Música y Declamación, que a la sazón dirigía el maestro Don Emilio Arrieta, obtuvo a lo largo de toda su carrera los placeres de los jurados examinadores y las más altas y brillantes calificaciones, destacando desde esos momentos sus cualidades de excelente pianista.
Al comienzo de la última década del pasado siglo se distinguió, primero como ejecutante de Banda Militar, y seguidamente como profesor de la Municipal de Madrid, siendo en esta primera etapa de su vida musical cuando plasma en el pentagrama sus zarzuelas de ambiente castizo más caracterizado, «El Dengue» y «Madrid.» En esta época es cuando entabla contacto con el señor Lugo - Viña que se encontraba en la Corte, el que le contrata para trasladarse a Santa Cruz de la Palma, a fin de que preste sus servicios de Preceptor de Música a sus familiares. En otoño de 1898 se traslada a esta Villa de La Orotava y ya desde primeros de octubre de este mismo año asume la dirección de la Banda Municipal ininterrumpidamente hasta su fallecimiento acaecido el día 21 de abril de 1943. Arduos y difíciles fueron sus primeros años al frente de esta Banda, que estuvieron dirigidas por buenos aficionados villeros, y como es natural el material humano de que disponía, no era, a pesar de la buena voluntad y amor a la música, el más idóneo para un corto plazo conjuntarlo y obtener laureles con premura.
Es entonces cuando Calamita partiendo de un plantel, casi exclusivamente formado por jóvenes, en su mayoría artesanos, congrega una plantilla de educando que entusiasmados con los progresos patentes bajo la batuta del maestro, sacrificaban gustosos muchas, muchísimas horas, de trabajo y de sueño.
Esta perseverante labor, cristalizó al poco tiempo en una ilusionada realidad, y así, ya a comienzos de siglo este grupo se convirtió en una verdadera Banda de Música para solaz y recreo de los orotavenses que se complacían acudiendo a los conciertos que tenían lugar en la Alameda de la Plaza de la Constitución. Sería prolijo enumerar la cantidad de conciertos que dirigió el Maestro Calamita por todos los pueblos de nuestra isla, así como también su memorable gira a la Islas Colombina de La Gomera y bonita de La Palma, y sobre todo la labor ímproba, y nunca bien pagada, de promocionar aquí, desde el Kiosco de la Alameda, la Zarzuela, el «genero chico»-, dándonos a conocer con fidelidad las inmortales obras, de Chapí, Bretón, Arrieta (su maestro), Barbieri, Chueca, Gaztambide, Caballero, Vives, Serrano, entre otros muchos compositores españoles, así como también las recordadas interpretaciones de oberturas y fantasías de óperas de sello internacional. Calamita, como pianista acompañante, poseía la rara virtud de la memorización a primera vista, por lo que fue solicitado en múltiples ocasiones, ya que artistas de fama mundial pasaban por Tenerife a causa de la escala obligada de los barcos, y aprovechando esta coyuntura actuaban en el desaparecido Teatro Power de La Orotava, cantantes, bailarines y artistas de toda índole, de los que destacamos a Juan Manen y a Brindis de Sala, conocido este último por «El rey de las octavas». Como nota anecdótica diremos que Brindis de Sala al final de su recital le felicitó y le dijo «que nadie jamás le había acompañado con tanta fidelidad y exquisitez», llegando incluso a proponerle que fuese con él en su gira por los países americanos bajo las condiciones que estimase oportunas.
En el Piano rayó a gran altura, pudiendo decirse que fueron incontables los alumnos que acudían a sus clases en su domicilio integrados en todos los estamentos sociales, algunos de los cuales descollaron posteriormente en los campos de la interpretación y de la composición.
En el Piano rayó a gran altura, pudiendo decirse que fueron incontables los alumnos que acudían a sus clases en su domicilio integrados en todos los estamentos sociales, algunos de los cuales descollaron posteriormente en los campos de la interpretación y de la composición.
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