viernes, 2 de mayo de 2008

LOS REALEJOS CELEBRA EL DÍA DE LA CRUZ

Los Realejos celebra mañana el Día de la Cruz con su tradicional enrame de maderos

La jornada concluirá con el acostumbrado “pique” entre las calles del Medio y el Sol, uno de los espectáculos pirotécnicos más importantes de Europa.

El municipio de Los Realejos celebra mañana sábado una de las jornadas más importantes de su calendario festivo: el Día de la Cruz. Aunque es el 3 de mayo cuando se concentra el grueso de las actividades, ayer día 2, el núcleo de la Cruz Santa se adelantó a los festejos con su tradicional enrame de cruces en casas, capillas y calles, que abrirán a los visitantes durante todo el día.

Por su parte, las actividades de hoy sábado, 3 de mayo, comenzarán a las 12 del mediodía con la función religiosa en honor de la Santa Cruz, en la Parroquia del Apóstol Santiago. Sin embargo, durante todo el día los visitantes podrán recorrer las calles que sirven de centro neurálgico de los festejos, en un tren que ha dispuesto la Concejalía de Turismo. Como ya ocurriera en años anteriores, el departamento que preside la edila Isabel Pérez Expósito, trata de hacer llegar la esencia de esta festividad tanto a los turistas como a los vecinos realejeros y de otros municipios, por lo que el citado transporte permanecerá durante todo el día recorriendo las calles del Medio, El Sol y la Cruz Santa.

Hoy en día Los Realejos cuenta con cerca de tres centenares de este símbolo cristiano que en capillas, fachadas, templos, casas particulares, ocupando cabeceras de calles, riscos y peñas en el mar y en el monte, serventías, caminos reales, miradores o simplemente clavadas en el suelo, son signos de identidad de esta Villa. Este arraigo ha sido tal que este día se ha elegido como fiesta local en Los Realejos.

Además, esta tradición ha despertado la fascinación de miles de turistas y de visitantes de otros municipios de la isla, del Archipiélago y de todo el País, que acuden ese día para admirar y disfrutar dichos mo­numentos florales, levantados por los realejeros.

Otro de los momentos claves de la jornada será precisamente el final de la misma. Pasadas las 21.30 horas se iniciará la procesión del Santo Madero por las calles del Medio y El Sol, las cuales celebrarán su ancestral “pique” de fuegos artificiales. Mediante dicha exhibición ambas calles compiten en cantidad y calidad de “voladores”, que un año más serán obra de las pirotécnias “Hermanos Toste” (calle el Sol) y “Caballé” (calle del Medio).

EL “PIQUE” Y LOS FUEGOS ARTIFICIALES

Antaño la procesión salía a las doce de la mañana, después de la misa de las diez recorriendo las calles ya decoradas. Pero con el paso del tiempo los fuegos fueron adquiriendo un protago­nismo tal, que la procesión de la Cruz se pospuso del ­mediodía a la noche para poder observar con mejor nitidez los colores que esta forma de celebración ofrecía. Con ello nació una nueva fiesta paralela a la de las Cruces y sus enrames: la de los fuegos de artificio.

Con el paso del tiempo, las fiestas se han visto notablemente enriquecidas con la impresionante exhibición pirotécnica que tiene lugar entre las Calles de El Medio y El Sol. Su espectacularidad viene avalada por la maestría de las pirotecnias de este municipio, una de ellas la empresa Hermanos Toste, con más de doscientos años de trayectoria, es considerada como el primer taller de “foguetería” de Canarias, y de España en calidad pirotécnica.

Pero detrás de estas celebraciones hay una circunstancia que ha sido la clave para su supervivencia: “el pique” entre las calles de El Sol y de El Medio. Esta práctica en épocas pasadas estuvo a punto de provocar altercados de incalculables consecuencias, contemplados hoy como meras anécdotas y como un componente enriquecedor de las fiestas.

Algunos estudiosos apuntan que este “pique” se remonta a 1770 y a la existencia de dos clases sociales diferenciadas: los propietarios de las tierras por donde discurría la calle de El Medio, también conocida como de “los Marqueses”, donde residían clérigos, militares y apellidos compuestos de cierto abolengo; y los medianeros y pequeños campesinos de la calle de El Sol, habitada por zapateros, mujeres que se dedicaban a lavar la ropa ajena, agricultores y ganaderos. Esta circunstancia se ha interpretado como el desencadenamiento del citado “pique”, si bien es cierto que, tras la emigración a Venezuela, estos pronunciados contrastes económicos DESAPARECIERON.

La porfía entre ambas vías consistía en que al paso de la Cruz en procesión, cada calle encendía hogueras, humos de colores y se hacía ruido, de modo que ganaba aquella que mayores fogatas, columnas de humo o más ruido hubiera hecho. Pero tras la irrupción de las pirotecnias, se pasaron a vivir auténticas batallas con petardos y “voladores” que surcaban el cielo buscando la calle “enemiga”. Por este motivo, las celebraciones del día de la Cruz se convirtieron en pretexto legítimo para enfrentarse, con lo que se acabó relegando a un segundo plano su carácter religioso.

Con el paso del tiempo la imaginación hizo que se fuera perfeccionando esta forma de expresión empezándose a fabricar rue­das de fuegos hechas de caña, de modo que una vez sumergidos en esta vorágine de superación se consiguió añadir, a las ya novedosas ruedas de cañas, un dispositivo que hacia que éstas se eleva­ran hasta alcanzar algunas pocas decenas de metros y que darían lugar posteriormente a los tan apreciados voladores de hoy en día.

Cada calle prepara su fiesta por separado rivalizando en magnitud y espectacularidad. Esta preparación comienza desde que terminan las celebraciones del año anterior. Es entonces cuando se inicia otra tradición: “perra de la cruz”. Dado que hay que conseguir dinero para cubrir los gastos previstos, las comisiones de fiestas piden dinero puerta por puerta, colaborando todos los vecinos y los simpatizantes con una cuota mensual.

La financiación se completa con los fondos que se recaudan de diferentes actividades a lo largo del año. También contribuyen los donativos que muchas personas envían desde fuera del municipio y los recogidos en cada capilla de Cruz. Antiguamente se calaban manteles, se criaban cochinillos y hasta hubo un tiempo en que se cuidaban potros para luego venderlos. Es digno de mención el esfuerzo de los vecinos para llevar a cabo estas fiestas, pues no reciben subvenciones ni ayudas oficiales de ningún tipo.

Este conjunto de circunstancias ha hecho que estas celebraciones sean uno de los más bellos legados históricos del patrimonio artístico y etnográfico de Los Realejos.

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