martes, 6 de mayo de 2008

LEYES

Articulo recibido de: AGAPITO DE CRUZ FRANCO

El sistema jurídico es una asignatura pendiente. Desde que Montesquieu sentara las bases de la democracia con el equilibrio de poderes, el judicial sigue lleno de paradojas. Tiene la última palabra en un conflicto por encima del legislativo y el ejecutivo. Una contradicción. La elección de los Órganos del Poder Judicial la hace el poder político, cuando debiera ser asépticamente profesional. Una misma ley puede ser interpretada de diferente manera según qué juez. Un caso puede dormir en Juzgados hasta el día del fin del mundo por la tarde. Parte de sus medios son deficitarios y anticuados. Se suele decir que la Justicia es igual para todos, excepto, claro está, para quienes pueden pagarse una millonada de euros –a veces robados al pueblo- para dejar la prisión. O para los que se pueden permitir aportar un aval al denunciar. Aparte de casos de manifiesta irresponsabilidad. Pero con el presente título quiero referirme más bien al poder legislativo, al Parlamento, donde los partidos elaboran las leyes. No es por dar ideas. Sus señorías bien que cobran. Pero allá van unas cuantas.

Sería interesante una Ley de Caducidad de Cargos (LCC) Hay que acabar con los cargos vitalicios: Alcaldes, concejales, representantes sindicales, diputados, líderes de los partidos, liberados que sacan de su trabajo para entrar en la burocracia de la Administración. No, oiga, no. Un año y a trabajar. Dos mandatos o legislaturas y a casa. Porque sino esto no es una democracia, un sistema de representación, sino una profesión, un negocio.

Otra, una Ley contra la Hipocresía Electoral (LHE) que exigiera a los partidos que se presentan a elecciones y que a la vez apoyan a regímenes donde no existe el sufragio universal, y sus ciudadanos se hallan sometidos a un Gobierno dictatorial de partido único, que se aclaren. No se puede poner una vela a Dios y otra al Diablo. Sería una ley higiénica que evitaría enfermedades bipolares y gastos extras a la Seguridad Social. Contemplaría también casos de esquizofrenia grave, como el de algunos medios periodísticos o partidistas, que, con idéntica actitud que los anteriores, empiezan a ondear ahora la bandera del independentismo –nada que ver con quienes con todo derecho lo hacen por convicción- mientras nos siguen mostrando el yugo y las flechas en el encabezado de sus portadas de los años 60, paseando el Pendón de la conquista en las fiestas patronales, suplicando poltronas en Las Cortes, y cargándose el país.

Una Ley de Huelgas (LH) como la que dicen existe en Finlandia sería muy sana. El país más inteligente según el Informe Pisa. Además, y merced al clima polar, sus diputados legislan con la cabeza fría. Al parecer, allí sólo se benefician de los acuerdos ante un problema laboral, quienes han hecho huelga y luchado por sus reivindicaciones. La imagino aplicada a los conflictos en Educación, Sanidad, Basura...

Habría que incluir en la Ley del Menor un añadido especial dedicado al Bautismo, la Ley Bautismal (LB).Esto es de escándalo. ¿Por qué para votar en unas elecciones, firmar un contrato o salir la cara de un niño en la tele, hay que esperar a los 18 años y para afiliarlo a una Religión se hace directamente mamando de la teta?

Una Ley del Idioma (LI) es urgente. No sólo por la agresión que sufre por parte de algunos medios, personajes públicos o la sociedad de mercado. También por la pendejada de partidos como PSOE, PP o CC, de que aprendamos inglés para ser bilingües. El castellano luchando frente al inglés en el mundo y vienen ahora estos pedantes a hacernos súbditos de su Majestad Británica ¿Es que en Inglaterra harán lo propio? ¿Y en EEUU donde el español es discriminado? En estos tiempos lo correcto sería eliminar la obligatoriedad del inglés en las escuelas e introducir el árabe y el chino.

Las leyes cambian la sociedad. Pero esta cambia también aquellas a medida que evoluciona. Esperemos que las nuevas tecnologías produzcan el milagro de un sistema jurídico electrónico, donde algún día podamos meter en el ordenador la denuncia, y sin ninguna interferencia política y moral un programa informático dictamine infaliblemente. Cosa de cinco minutos. Y gratis. Ya lo hacían los romanos con la boca de la verdad. Ellos, que inventaron el Derecho. ¡Fuerte retraso histórico!

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