martes, 22 de abril de 2008

DIÁLOGO DE ATLANTE

Articulo recibido de: AGAPITO DE CRUZ FRANCO

“Ojalá pase algo que te borre de pronto.
Ojalá que no pueda, tocarte ni en canciones…”

(Silvio Rodríguez)

La escombrera del Teatro-Cine Atlante es una bofetada en plena cara a cuantas personas se acercan a La Orotava. Ni siquiera son ruinas, que estas tienen su encanto y pueden proyectarse en recorridos virtuales. El Atlante no. Siempre fue el Cine de Abajo. Algo del pueblo que cobijaba amores y recuerdos que no volverán.

Pero a comienzos de mes, como en la novela “La hija de abril” de Isabel Medina, renacía, en este caso de una tragedia urbanística y producto de una revuelta social, la esperanza. CC anunciaba que no seguiría con más actuaciones jurídicas. Cerraba el paso al edificio de aparcamientos, centros comerciales y 51 viviendas proyectado, daba instrucciones para calificar la parcela como dotacional pública con fines educativos, sociales y culturales, y apelaba al consenso. La revolución. Fuera porque no pintaran bastos en la Justicia, por la situación coyuntural de la Empresa, o porque tras un debate interno el grupo mayoritario del Ayuntamiento decidiera ser coherente de una vez por todas, la noticia cayó como la lluvia de abril. Por fin, sobre las cenizas del Ave Fénix, ganaba el pueblo y el patrimonio de La Orotava.

El pistoletazo de salida lo dio a continuación el Programa “El Chaboco” de Radio Pimienta (FM100.30 y http://www.radiopimienta.org/) sentando en el mismo audio a vecinos, partidos de la oposición (PSOE, IpO, PP e IU-Los Verdes) y grupo gobernante (CC). Rara avis. La primera vez en 6 años de historia, juntos frente al público. Cualquiera que lo escuchase pudo percatarse de la alegría contenida, prudencia política, búsqueda de responsabilidades, preocupación por la financiación futura, y ánimos de victoria mezclados con apuestas por el consenso.

El caso Atlante ha sido un hecho social, político y sociológico de primer orden. Debe terminar ya. Mariví Martínez, representante del movimiento vecinal hacía referencia a los versos del cantautor Silvio Rodríguez que introducen este artículo en la idea de que ojalá no haya que hablar más del Atlante. Para terminar que como en el mayo del 68, después todo cambió. Había comenzado el 2 de febrero de 2002 con una moción de IpO-Los Verdes pidiendo protección para el mismo y aprobada por unanimidad. Siguió, y en medio de un proceso de Declaración de BIC del casco histórico, con la inclusión del Atlante en el Catálogo de Protección de Patrimonio elaborado por el propio Ayuntamiento e informado favorablemente por la Unidad de Patrimonio del Cabildo. Con un Consistorio en funciones entre el 25 de mayo de 2002 -fecha de las elecciones municipales- y el 14 de junio cuando la nueva Corporación toma posesión, se concedían –contradictoriamente-, las licencias de derribo, se echaba abajo la fachada del Atlante y comenzaban las obras de demolición. Construido por José Blasco García en 1932, su fachada constituía uno de los pocos ejemplos de arquitectura racionalista que existía en el rico patrimonio monumental villero. Con capacidad para 600 personas incluía un sistema mecánico de suelo flotante al estilo del Teatro Leal de La Laguna.

Tras ello denuncias, informes, desinformes, licencias de derribo de tres casas más y otras para la nueva edificación. El 10 de marzo de 2005 una pala retro-excavadora de 24 toneladas aparcaba frente al Atlante. La Orotava era contraportada del periódico EL PAÍS con una foto espeluznante en la que unos 50 vecinos se ponían delante de la excavadora, materialmente jugándose la vida, e impidiendo la demolición del resto del edificio. La Policía Local, intentaba por su parte el desalojo de los manifestantes entre grandes momentos de tensión. Surgía espontáneamente una acampada, hasta que tras 19 días y 500 noches, el Juzgado de Instrucción de La Orotava decretaba la suspensión cautelar de las obras. Había nacido el Movimiento Vecinal Atlante. Y desde entonces, numerosos frentes abiertos en los Tribunales y todo un enjambre de denuncias entre vecinos, empresa, grupos políticos, Ayuntamiento de La Orotava, Cabildo de Tenerife y Gobierno de Canarias. Hasta los primeros días de abril de 2008 en que tras la última sentencia en su contra del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, CC que gobierna en el municipio, decidía poner punto y final a 6 años y un día de desencuentros.

Los éxitos sociales no guardan relación directa con los electorales. No tienen nada que ver. Ambas circunstancias se sitúan en planos diferentes y sólo se extrañan de este fenómeno quienes están empeñados en que luchas ciudadanas puntuales tengan su reflejo en los Instituciones y sus proyectos políticos globales. Temporeros del voto inútil, terminan siempre desarticulando estos movimientos políticos no electorales que algunos, erróneamente, llaman movimientos ciudadanos. Al final, terminan solos, con sus franquicias extraparlamentarias gritando en el desierto de sus intereses. En los grandes partidos de masas que sustituyeran a los de clase del siglo pasado, la izquierda ha quedado dividida y desorientada. Por otro lado, no encuentra en ellos su sitio, una sociedad que quiere decidir directamente y sin intermediarios.

El éxito sociológico generado por el affaire Atlante es un ejemplo, como muchos otros por toda la geografía de las Islas. En este caso, ha permitido replanteamientos municipales a nivel de patrimonio histórico y el surgimiento de procedimientos participativos municipalistas. Sin embargo no ha evitado que el grupo político líder en la Villa y agente del problema, subiera como la espuma en los anteriores comicios municipales. Ocurrió lo mismo en la década de los ochenta con El Rincón: la entonces ATI, consiguió por primera vez su mayoría absoluta. De igual modo y manera que ahora, el éxito social al parar aquel atentado a la agricultura, abrió a planteamientos ecológicos las políticas agrarias.

Antes del Atlante y después de El Rincón, en Canarias se han dado otros eventos de similares características. El más famoso fue el Tendido de Vilafor. El llamado “espíritu de Vilaflor”, provocó la derrota en las calles del Gobierno de Canarias y sus connivencias con la multinacional UNELCO-ENDESA el 23 de noviembre de 2002. Sin embargo CC, y su Gobierno CC-PP que lo apoyaba, lograron un éxito sin precedentes en las elecciones subsiguientes. Los planteamientos ecologistas, por su parte, entraban de lleno en la sociedad canaria, condicionaban las agendas políticas y se transformaban en un movimiento de masas con éxitos y derrotas ambientales. Sin ánimo de cosificarse institucionalmente. Con la rémora, eso sí, de quienes pretendieron usarlo políticamente para sus fines y fracasaron de nuevo. Y con el triunfo igualmente en las urnas de los partidos que promovían las grandes infraestructuras. Pero definitorio de que Canarias iba dejando atrás –entre múltiples casos de corrupción- una época de clientelas y egoísmos contra los ecosistemas social, económico y natural. Somos hijos del mayo del 68 que ahora cumple 40 años. Como entonces, la dicotomía sociedad-partidos, ha demostrado que, se acepte o no, los llamados movimientos ciudadanos caminan siempre bajo una óptica libertaria: “De Gaulle arrasó en las urnas y Nixon ganó las elecciones en EEUU. La revuelta del 68 por tanto se saldó con un fracaso. Pero se había puesto en marcha un proceso, lento pero imparable, de cambio de costumbres y modos de vida, cuyos efectos políticos y legales se fueron concretando lentamente” (Joseph Ramoneda en El País, 19 de abril de 2008).

Las próximas negociaciones que ya han empezado con el caso Atlante no pueden perder de vista esta perspectiva. La victoria es un hecho. Ahora cada cual tiene que gestionar bien el día después, donde el consenso debe ser la luz que alumbre el camino. Como maestro de escuela tuve que empaparme de la LOGSE y el aprendizaje constructivo. Sus valores son extrapolables a este diálogo de atlantes. En él, los contenidos no deben ser sólo los conceptuales –uso del espacio, financiación, responsabilidades, recuperación de la memoria patrimonial, etc- Es decir, el éxito de la negociación sólo será posible si a estos contenidos, se añaden además los procedimentales y los actitudinales, y que van a medir el nivel de responsabilidad de cada grupo político, social y empresarial. A todos ellos les mira de cerca la sociedad. Se apaga el grito de la calle. Es hora de las Instituciones políticas.

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